Decía la gran Gloria Fuertes que lo mejor del olvido es el recuerdo.
Tras tres meses sin pasar por aquí muchos, casi todos ustedes, habrán olvidado luz10.
Me consuela que quizás alguien llegue a leer esto y recuerde que una vez escribí en este humilde blog.
Ya se han cumplido 3 años desde aquella lejana primera entrada. Y, desde entonces, yo he aprendido a jugar con dinamita.
Los más ancianos del lugar recordarán que en este rincón de la red quien les escribe comenzaba a hilar una historia a partir de elementos incoherentes, absurdos o, directamente, estúpidos pero que de alguna manera acababan ligándose dando como resultado algo medianamente aceptable.
Últimamente el exceso de todo en letal combinación con la falta más absoluta de tiempo para dedicar al noble propósito de juntar unas letras hacían que tuviese la mente en un estado espeso y pastoso. Cada vez más espeso. Cada vez más pastoso.
Salir de esta situación de enfangamiento no es algo sencillo pero a estas alturas de la película no pensarían ustedes que una menudencia así iba a echar atrás a su antihéroe favorito.
Estos meses de estío han sido intensos y han cercenado esta válvula de escape que para mí representa el aporrear las teclas de un ordenador. Pero espero que, como con el hijo pródigo, sean comprensivos y piadosos y tengan a bien dedicar unos minutos a leer estos desvaríos. Desvaríos tontos e insensatos que volverán a mezclarse con arquitectura, con diseño, con fotografía, con viajes… en definitiva, con la vida. Mi vida.
En estos meses de ostracismo, reclusión, catarsis y cambio masivo de pañales he seguido viviendo, trabajando, viajando y fotografiando, valga la redundancia. Seguramente me habré hecho algo más viejo pero no se si necesariamente más sabio. He acumulado bastante material para innumerables y gloriosas entradas.
He perfeccionado -si es que era posible- mi receta de la tortilla de patatas. He bebido cerveza pero no he bebido vino. Me he puesto moreno, pero sólo a rayas. He sentido ternura y he sentido desprecio por diferentes seres humanos.
He pasado días enteros trabajando sin parar y he estado de vacaciones. Me he sumergido en el mar y he mirado fascinado cómo las llamas devoran la leña.
No recuerdo cual fue el último helado que me he comido ni la última vez que me tiré por un tobogán. Me he afeitado la cabeza y sentí un gran alivio existencial al hacerlo.
He escuchado música pero no he bailado, aunque me tocaba con la más guapa. He dado más de 400.000 pedaladas y han sido demasiado pocas. Me he vestido muy elegante pero una vez se me rompió un calcetín. He dormido poco, pero mal.
He llegado a los confines del continente y he jugado con fuego. Me he reído, creo que también he llorado. Me he angustiado y he querido pegarle un puñetazo a una pared.
Lo que no he hecho ha sido escribirles.
¿Saben? cuando en el teatro griego al autor se le iba el guión de las manos y llegaba a un punto sin salida ni retorno, el muy pícaro introducía con una grúa a una deidad colgada de una cuerda y, como deidad que era desfacía el entuerto que fuera menester resolviendo la situación o dando un giro a la trama.
Si se fijan en el techo de esta misma sala verán a Dionisio bajando atado a un cabo. ¿No se dan cuenta de que ahora todo tiene sentido?
Deus ex machina.
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Mi firme propósito es retomar esta sana inquietud por contarles mis alocadas ocurrencias. No tardaré en hacerlo, estén atentos.
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No les voy a pedir que compartan esta filfa. Tan solo recordarles que las idioteces escritas y las imágenes que las adornan son de su fiel y seguro servidor © pedro iván ramos martín
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Volveré.
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Se te echa de menos por aquí. Aire fresco.
Esto de mantener un blog se hace duro a veces. Pero siempre volvemos. O nunca nos vamos. Porque parecido, no es lo mismo.