Chinaski

Los caminos del Señor son inexcrutables.

Si, vale,  pero más inexcrutable es lo que a mi me lleva a escribir un post. Curiosidades de la vida.

Verán, he de confesarles que el primer libro de verdad que leí de manera voluntaria cuando era un inocente infante fue La Máquina de Follar  de Charles Bukowski. Antes había sido obligado en el colegio a leer cosas como Alicia en el País de las Maravillas, Las Leyendas de Bécquer , El Lazarillo de Tormes, Os vellos non deben namorarse de Castelao o el Follas Novas de Rosalía. Que están muy bien, pero en ellos no sale Chinaski.

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Filípides

Se dice que fue Filípides, el corredor, el primero que usó esta expresión al anunciar la victoria de Maratón a los arcontes que estaban sentados y preocupados por el final de la batalla: ¡Alegraos, vencemos! Y al decir esto, murió, exhalando su último suspiro junto con la noticia y el saludo.

Luciano de Samósata. Contador de gestas.

Les voy a decir una cosa: a mí no me gusta correr. Hoy he corrido mi primera Maratón. Así soy yo.

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Fusión Extrema (I)

Como les apuntaba en el post anterior, desde mi segunda visita a Berlin, soy un ferviente entusiasta del elevado placer que el consumo de cerveza aporta al cuerpo y al espíritu. Es una de mis grandes virtudes.

Recientemente, en el lugar de culto y reunión que es el Penicilino, en una charla que, por intrascendente, bien pudo cambiar el destino de la humanidad -el efecto mariposa y eso, ya saben- recordé una postal que mandé desde la Villa Saboya arrebatado por el espíritu del Rey de Extremadura.

Unos días después, retornó a mi vida el término fenomenológico. Todo encajaba. El mundo en el fondo esconde un preciso orden disfrazado de caos y entropía. Y si no ¿cómo se explican el que la cerveza sea prácticamente pan líquido?

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ich bin ein berliner

Hace un tiempo les contaba en este mismo blog que no me gustaba la sopa y que, por tanto, no la comía. Nunca.

Pues verán, hoy les contaré que me pasa lo mismo con el noble y bello arte del baile. No bailo. Nunca he bailado y ya voy siendo lo suficientemente mayor como para poder decir que no bailaré -muy probablemente- en lo que me queda de vida. Al menos no de manera consciente o sin estar sometido a algún tipo de coacción irresistible…

¿Y por qué les cuento esto? pues por que hoy les voy a hablar de Berlín. Read More