Muchos de los que me conocen a estas alturas lo que voy a confesarles no les supondrá ninguna novedad, ni se llevarán sorpresa alguna, ni descubrirán nuevos matices de mi poliédrica manera de ver el mundo, o al menos eso creo.
Verán, la realidad es que me gusta desmontar cosas. Aunque la mayoría de las veces sepa fehacientemente que no debería hacerlo alguna especie de fuerza metahumana que surge de un oscuro rincón de mi ser me empuja a ello en cuanto se me presenta la más mínima ocasión.
Puede ser que un buen día sin saber cómo ni porqué me vea desmontando una bicicleta, o una cafetera de diseño, o un reloj, o un ordenador, o una cámara de fotos, o una instalación de calefacción, o un teléfono móvil…
Y no me refiero a abrir y contemplarle las tripas al desdichado aparato que sea. No.
Me refiero a desmontarlo en toda regla y en el sentido más amplio de la palabra. Llegar a sus componentes más básicos a ver si de esa manera entiendo cómo funciona el conjunto de todo.
No creo que haga falta que les diga que posiblemente emplee este blog para desmontar el mundo y, en el fondo, a mí mismo.
Lo malo de desmontar cosas es que no siempre es fácil volver a montarlas.
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Monthly Archives: noviembre 2014
Principio de Incertidumbre
La vida es, en general, una cosa muy loca.
Desde los cada vez más lejanos tiempos en los que fui un imberbe estudiante de BUP – para los más jóvenes, era una cosa en la que hasta los de ciencias estudiábamos latín, literatura y filosofía… otro día les cuento de qué iban esas asignaturas- siempre me fascinó el principio de incertidumbre de Heisenberg… ay, perdón, de este otro Heisenberg. Este principio dice, así, a lo bestia, que cuanto más sepamos de la velocidad de una partícula menos exactamente conoceremos su posición. O lo que es lo mismo, que no se puede determinar con exactitud la velocidad y la posición de esa endemoniada partícula pues cuanto más sabemos de una, más desconocemos la otra.
Incertidumbre.
Vámonos a Tokyo.