Hay quien dice que nunca se ha de volver al lugar donde uno fue feliz. Por supuesto, eso lo considero una soberana idiotez, al igual que muchas otras cosas. No creo que no se deba volver a viajar a un sitio si aún quedan lugares que no se han visitado. Al contrario, creo que hay sitios a los que hay que volver a volver una y otra vez.
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la vida es juego
Javier Maderuelo ha sido uno de los mejores profesores que he tenido. Con su bigote compacto en clara contraposición a su cabeza afeitada, su pajarita, su impecable traje y su voz engolada con un leve deje madrileño. Todos los años, el primer día de la clase de Estética y Composición -que se daba en segundo de arquitectura, plan 75-, preguntaba a algún pobre desdichado: «¿Qué es arte?». Las respuestas eran descacharrantes, naturalmente, lo que llenaba de regocijo a aquel hombre que llevaba un anillo con forma de enorme nota musical.
Poco después nos enseñó que, además de que arte es lo que los críticos dicen que es arte, el arte puede entenderse y explicarse como juego.
Como la vida misma.
La vida es sueño
Les voy a contar una cosa. Desde hace años tengo la costumbre de dormir casi a diario. Reconozco que desde el lejano 1994, año en el que me matriculé en la bizarra e indómita Escuela de Arquitectura de Valladolid, las horas que le he dedicado a este vicio han sido muchas menos de las que se suponen mínimas para mantener un estado mental sin grandes alteraciones irreversibles.
A pesar de todo, en ocasiones, al terminar el día, pienso en dormir; tal vez soñar.
Y sueño.
Un uomo solo é al comando
El 10 de Junio de 1949, Mario Ferretti, con voz profundamente italiana y calmadamente intensa, entró en antena para narrar la durísima etapa Cuneo Pinerolo del Giro de Italia. Lo hizo cuando se encaraban las estribaciones del Izoard pronunciando unas palabras inmortales que retumbarán por siempre en la historia del ciclismo: “Un uomo solo è al comando, la sua maglia è biancoceleste, il suo nome è Fausto Coppi”.
2 años después nació el hombre que me llevaría al Izoard.
diario de un perro verde (vi)
Está siendo ésta una primavera especialmente lluviosa. Por algún motivo el que llueva es algo que no deja de hechizarme. Desde pequeño cuando pasé incontables días bajo el cielo gris y plomizo de una Galicia que regalaba ese arte con pasmosa frecuencia hasta que llegó la meseta y el secano. Fue entonces cuando la atracción se convirtió en fascinación.
Read Morediario de un perro verde (iv)
Uno de los mayores dramas a los que se puede enfrentar una persona oriunda del rincón de la Tierra donde se habla el castellano más correcto – Salamanca- es acabar con sus huesos en Valladolid y rodearse de leístas.
No me malinterpreten, pesar de su permanente desencuentro con el complemento de objeto directo algunos son buena gente, pero cuando un padre oye a su hijo decir «traemele» el drama pasa a ser tragedia griega.
diario de un perro verde (iii)
De alguna manera improbable se había terminado el invierno. Los días iban creciendo, el sol empezaba a calentar y la naturaleza se desbocaba en un estallido primaveral al son de los pájaros que hace unos años cantaban nuestra vuelta a casa y ahora lo hacen poco después de que nos levantemos, cuando empieza a clarear.
La vida, señores, no se para.
Diario de un perro verde (ii)
El despertador sonó puntualmente a las 6:36 h y el calendario decía que era lunes.
Maldije breve e intensamente ese momento y recordé cuando mil agujas al rojo atravesaban mi espalda cada día al despertar. Ya no lo hacían. Me reconcilié con la vida y me levanté de la cama sintiéndome un tipo afortunado.
Read MoreDiario de un perro verde (i)
Las risas, poco a poco, se fueron transformando en incertidumbre a medida que se extendía de manera implacable. Nos creíamos mejores y a salvo en nuestras confortables vidas. Unas vidas que ahora sabemos frágiles y delicadas como un diente de león que hace frente a una breve brisa primaveral.
Ha llegado. Está aquí y todo lo que creíamos seguro ya no lo es. Probablemente no lo volverá a ser.
Read MoreMamihlapinatapai
Les presento a la palabra más concisa del mundo, según el libro Guiness de los Récords, eso sí.
Por supuesto, es absurdo pretender determinar cuán concisa es una palabra: Heisenberg nunca sabía con precisión ni la posición ni la velocidad de su partícula.