¿Saben? me encantan las peonzas.
Desde siempre.
Peonza, trompo, perinola… Cuando era pequeño mi primera peonza marcó un antes y un después en mi azarosa existencia. Recuerdo con nitidez el día que llegó a mis manos ese pequeño objeto de madera con punta metálica ligeramente afilada y un gracioso remate coronado por un cilindro rojo en el que se enrollaba un cordel. Para facilitar su uso y que pudiera coger el cordel sin tener que hacerme un nudo en el dedo mi padre taladró un duro de Franco a través del cual pasaba la guita y al que luego se le hacía un nudo con lo que hacerla bailar era pan comido.
Aún conservo esa peonza con ese cordel y ese duro de Franco.
A esa primera peonza de madera le siguió otra de plástico y color verde. Bastante más grande y con la punta redondeada. Era una peonza mucho más fácil de bailar, de coger en la mano y prácticamente indestructible. Pero no tenía el alma de la primera. A la verde le siguió otra y a ésta otra más. Seguramente no tantas como cuenta la leyenda. Todas giraban y giraban y giraban.
Giraban de una manera endiablada sin apenas desplazarse. Siempre me ha parecido que casi todo en la vida puede equipararse al giro de una peonza.
Ahora siempre que viajo y veo una de esas peonzas en miniatura una irresistible e irrefrenable fuerza me obliga a comprarla. Peonzas desde las más ignotas tierras del occidente asturiano a peonzas japonesas, finlandesas, italianas, alemanas… y hasta alguna gallega. Como la primera.
Desde la primera entrada publicada en Luz10 han pasado dos años y un día. Hemos dado dos veces la vuelta al Sol y la Tierra ha girado sobre sí misma setecientas treinta y una veces. Vivimos en una peonza cósmica. Quizás siempre lo supe.
Sigamos bailando.
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Según Google Analytics a lo largo de este año a Luz10.com ustedes han entrado 10.443 veces y han leído un total de 14.824 entradas. La décima parte de estos números ya me parecería un disparate. ¿Están seguros que no tienen nada mejor que hacer?
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En el fondo les estoy muy agradecido.
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Trataremos de seguir por estos lares al menos hasta dentro de otras trescientas sesenta y cinco vueltas sobre nuestro eje. Espero disculpen las molestias.
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Se prevén cambios, pero no se apuren, daré cumplida cuenta de todos ellos.
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Si, la peonza de la imagen es la primera. La única e irrepetible. La mejor de todas ellas. Y las fotos y textos de su fiel y seguro servidor ©pedro iván ramos martín.
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Ya saben, lo de siempre. Compartan o al menos, no dejen de visitar este coqueto rincón de Internet.
Mi enhorabuena Pedro por tu segundo aniversario con Luz10. Si las ganas no cesan, espero seguir leyendo tus historias muchos mas. Muchos ánimos!!!
En esta era tan digital de juegos de pantalla y dependientes de la electricidad aún sigo teniendo a mano mi peonza de niño, siempre llevo una en el coche. Le guardo mucho cariño pese a que en mi infancia no fui capaz de bailarla con precisión, y aún sigo necesitando que los asistentes se echen a un lado; pero nunca es tarde 😉
Gracias por comentar y por los ánimos a seguir, Rubén.
Me alegra saber que no soy el único friki de las peonzas. Un día tengo pensado extenderme un poco más sobre el tema porque hay unas cuantas cosas interesantes sobre este hipnótico artefacto.
PS: practice makes perfect 😉
Qué bonito, tío!
Yo conservo también mi trompo «picolanza» de madera, que pinté con témperas y fue el único que tuve.
Sigue con este rincón, porfa.
Gracias por comentar, Juan.
Intentaremos seguir al pie del cañón 😉