En 1923 un dolar valía 47500 marcos alemanes. En 1923 se descubre la tumba de Tutankamón. En 1923 Einstein visita España. En 1923 en EEUU se funda la revista Time. En 1923 Hitler da un discurso, intenta un golpe de estado y acaba encarcelado. En 1923 es asesinado Pancho Villa. En 1923 Primo de Rivera da un golpe de estado y le sale bien. En 1923 se funda The Walt Disney Company. En 1923 se logra el primer vuelo en aeroplano sobre la Antártida. En 1923 se crea la Interpol. En 1923 Jorge Luis Borges publica su primer libro. En 1923 se funda la Unión Deportiva Salamanca. En 1923 se corren por primera vez las 24 horas de Le Mans. En 1923 muere Lluis Domenech i Montaner. En 1923 nacieron Lola Flores, Rainiero III de Mónaco, Ramón Valdés, Richard Attenborough, Italo Calvino, Peter Smithson, Roy Lichtenstein, María Callas y María del Carmen Tapia García. Mi abuela Mari.
Hace apenas una semana que el mundo es un lugar peor en el que estar y es precisamente por que ella, la abuela Mari, ya no está por aquí con su desbordante sabiduría, su fina inteligencia, su infinita bondad y una calidad humana incomparable. ¿Qué va a decir un nieto de una persona excepcional?
Ustedes me perdonarán esta introducción íntima, personal y alejada de la temática del blog -y si no lo hacen, al fondo de la sala hay dos puertas, elijan la que más rabia les de y cierren sin hacer ruido al salir- pero no se apuren, sigan leyendo.
1923 también fue el año que marcó el final de la primera fase de la Staatliche Bauhaus -Bauhaus para los amigos- y el inicio de la segunda; ambas en Weimar, Alemania.
El nombre Bauhaus deriva de Bau (construcción) y Haus (casa). Fue una escuela de diseño creada por Walter Gropius que sentó las bases del diseño industrial y gráfico.
Arquitectos, escultores, pintores, … debemos regresar al trabajo manual … Establezcamos, por lo tanto, una nueva cofradía de artesanos, libres de esa arrogancia que divide a las clases sociales y que busca erigir una barrera infranqueable entre los artesanos y los artistas
(Walter Gropius, arquitecto)
En 1923 Theo Van Doesburg fundador del movimiento y la revista De Stijl llega a Weimar para cambiar el rumbo de la Bauhaus junto con Moholy Nagy llevándolo hacia los conceptos del neoplasticismo, uno de los estilos pictóricos más arquitectónicos y, a la vez, más difíciles de llevar a la materialización tridimensional necesaria para conseguir eso que se llama Arquitectura.
A principios de la década de los ’20, los pintores de De Stijl, encabezados por Bart van der Leck aprobaron su paleta limitada de colores compuesta por los primarios, el blanco, el negro y una gama de grises. En 1923 Gerrit Th. Rietveld comenzó a pintar sus muebles con este esquema de color -un año después construyó la obra más neoplástica y Stijliniana (permítaseme el palabro) de la arquitectura: la casa Schröder en Utrech-. Y así, en este año es cuando da color a uno de sus diseños de 1918 convirtiéndolo en un icono del diseño del siglo pasado: la silla Roja y Azul, que, por supuesto, forma parte de la colección del MOMA.
Esta silla, cuyo diseño rompía con todo lo anterior trataba de evocar las ideas del neoplasticismo creando un espacio no cerrado delimitado por planos y rectas. En un primer momento, la silla se concibió en madera desnuda aunque posteriormente se experimentó con el negro, el gris y el blanco. Finalmente, mediante el uso del color de De Stijl Rietveld hacía énfasis en la independencia de los elementos que conforman la pieza: dos planos casi perpendiculares pero oblicuos respecto a la estructura conforman el asiento (azul) y el respaldo (rojo) y que, sin tocarse, se apoyan en una trama ortogonal tridimensional de líneas estructurales (negras) rematadas en puntos (secciones amarillas): punto, recta y plano.
El proceso de construcción y ensamblaje eran muy sencillos, si bien, como el avezado lector podrá intuir, temas como la ergonomía o el confort estaban muy lejos de ser tenidos en cuenta en este diseño.
La silla está específicamente diseñada para mostrar que es posible crear algo hermoso, una creación espacial con piezas mecanizadas con maquinaria sencilla. Corté una tablero de madera en listones y tablones. Los tablones los corté a la mitad para conseguir el asiento y el respaldo y construí el bastidor con diferentes longitudes de listones. Pero mientras trabajaba en la silla jamás pasó por mi mente que un día llegaría a ser tan importante que, incluso, influiría en la arquitectura.
(Gerrit Rietveld, sobre su silla)
Como dijo Colin St. John, Rietveld construyó una silla y con ella marcó el cambio más radical en el lenguaje arquitectónico en quinientos años.
Desde entonces la Tierra ha dado 90 y pico vueltas al Sol. La siguiente ya no será igual.
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Conozcan un poco más a Rietveld:
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Si se le antoja una de estas sillas, no hay problema: por algo más de 2.000€ puede comprársela fabricada por Cassina (en cuyo caso no dude en hacerlo a través de MOI) o seguir el espíritu de su creador, coger un serrucho y marcarse un DIY.
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¿Quieren unas gafas De Stijl?
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Un texto original de su fiel y seguro servidor © Pedro Iván Ramos Martín