Con el desencanto lógico con el que McFly y Doc han asistido a la realidad de este verdadero y decadente 2015 continuamos con este jaleo de diseño y arquitectura, arquitectura y diseño con el que pude aburrir en directo a bastante gente a la vez.
SEGUIMOS: decíamos ayer…
(…) Claro que estos muebles modernos, industriales, supuestamente económicos y rompedores tenían un pequeño problema: eran radicalmente incómodos. Eran fríos y ariscos.
Así que vayámonos al norte, que los vikingos parecen más amigables.
Verán, geográficamente podemos hablar de Países Nórdicos para referirnos a ese gélido conjunto de naciones que son Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia. Pero hoy vamos a hacer como en el Un Dos Tres así que vamos a descartar uno de ellos, que va a ser Noruega, y nos quedamos con el trío calavera formado por daneses, suecos y finlandeses.
Sin duda aunque con notables diferencias el llamado diseño nórdico tiene sus raíces en estas tierras.
Por un lado, los paisanos de Hamlet: refinados y pulcros. En cierta medida, elitistas. Por otro lado los suomis: más bárbaros y rudos, pero entrañables al fin y al cabo. En medio, los suecos, que beben de ambos mundos.
Entre los primeros tenemos a célebres arquitectos y diseñadores. Gente como Arne Jacobsen quien llegó a ser más conocido fuera de Dinamarca por sus diseños de mobiliario y de objetos que por su insigne arquitectura.
Parece que en el caso de Jacobsen él se lo guisaba y él se lo comía.
Era capaz de diseñar el Hotel SAS Royal, el Huevo, el Cisne, la lámpara Royal, los grifos, las manillas y hasta la cubertería.
Y todo lo hacía bien.
Muchos de estos diseños nacían para un proyecto concreto, como el caso del hotel SAS, donde dio el do de pecho. Pero también tuvieron este origen la silla Oxford (diseñada para los profesores del St Catherine College en Oxford) la silla Lily, diseñada para el Banco central de Dinamarca o la silla Hormiga para la cantina de Novo Nordisk.
Eran piezas diseñadas especificamente par un edificio, un espacio… aunque luego terminaron colonizando infinidad de otras arquitecturas.
Claro que también sucede lo contrario, naturalmente. Como en estas viviendas del propio Jacobsen en Hansa Viertel, Berlín,
en las que aún vive gente con el buen gusto de haber conservado los diseños originales en los muebles de la cocina
La sensibilidad para colonizar el espacio con piezas exquisitas de distintos diseñadores y el buen corazón de dejar pasar al salón de su casa a alguien con una cámara de fotos.
Como hemos dicho, Jacobsen lo hacía todo y todo bien, tan bien que posiblemente eclipsó a otros grandes diseñadores como Finn Juhl, Borge Mogensen o el propio Hans J Wegner si bien es cierto que eran concepciones de diseño y tipos de mobiliario diametralmente opuestos.
Los de Jacobsen muy industriales. Con la presencia de materiales modernos como las estructuras tubulares en acero y el empleo de la madera contrachapada y curvada.
Los de Juhl, Bogesen o Wegner hundiendo sus raíces en lo más profundo de la tradición y el saber hacer de los artesanos ebanistas que trabajaban con materiales autóctonos y naturales: maderas macizas con suaves tratamientos, cuerda, cuero… piezas en las que horas de concienzuda manipulación daban lugar a creaciones de madera maciza, formas suaves y sensuales que conseguían llevar el material al límite, con esa calidez arrebatadora de lo que se ha dado en llamar el Diseño Nórdico.
En la imagen el perro diseñado por Kay Bojesen, no tan famoso como su compañero el mono de limba y teka pero que guarda un asombroso parecido con el que corretea por casa.
Subiendo un poco al norte llegamos a Suecia, tierra de grandes, ENORMES arquitectos como Asplund y Lewerentz dotados de una sensibilidad incontestable como se manifiesta en el sutil quiebro que realizan en este banco del inenarrable cementerio de Estocolmo.
Si bien hay grandes diseñadores, a la par que arquitectos, centrados en el diseño de muebles como Bruno Mathsson, merece la pena ver cómo Lewerentz o Celsing responden con distintas estrategias las necesidades de mobiliario de dos iglesias similares en cierta manera.
De los bancos corridos y las lámparas puntuales en San Markus.
A las sillas individuales y grandes lámparas en San Tomas de Peter Celsing.
En ambos casos un espacio de culto se ocupa de manera distinta y transmite sensaciones diferentes.
Pero a pesar de las notables arquitecturas y las destacables piezas de mobiliario, Suecia no ha servido sino de paso para llegar a Finlandia.
Y lo hacemos aterrizando directamente una pequeña capilla en Otaniemi, obra de los Siren.
Es una piececita deliciosa que forma parte del campus en el que se encuentra el célebre complejo proyectado por Aalto y el club de estudiantes diseñado por Pietila.
Aquí el mobiliario responde con una sutilidad extrema al planteamiento que hacen los arquitectos. Se recurre a los bancos corridos, como en el caso de la iglesia de Lewerentz, pero en lugar de una recia madera se emplea una finísima estructura metálica que en un minimalismo absoluto se relacionan con el altar o la pila bautismal.
Distintas elecciones en el mobiliario generan sensaciones espaciales completamente diferentes.
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Sin duda muchos de ustedes estarán deseando seguir un poco más por el norte. Sean pacientes, ya falta poco.
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Texto y fotos de su fiel y seguro servidor: © pedro iván ramos martín. La última entrada me la han compartido poco. Supongo que esta seguirá la misma tónica. Un día les tiro de las orejas.
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Volveré.