Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña: ¿se han dado ustedes cuenta de lo absurdo de esta frase? claro que mucho más absurdo es cómo sigue la historia: y como veía que no se caía, fue a llamar a otro elefante. La historia a la que no paran de unirse simpáticos proboscidios se repite hasta el infinito o hasta que alguien asesina al cantante.
Les informaré de que uno de estos animalitos puede llegar a pesar 7.500 kg. Háganse cargo de cómo debería ser la araña tejedora de semejante tela y las tensiones a las que estaría sometido el soporte de tamaña estructura [publicidad desinteresada: ¿problemas con las estructuras? quizás él les pueda ayudar].
¿Y a cuento de qué les hablo de arañas y elefantes? pues verán: el sábado pasado pensé que sería una buena idea ir a dar una vuelta en bici. El gélido viento en el páramo vallisoletano y el estar cuatro horas y media sin otra cosa que hacer que dar pedales, invitan a realizar un ejercicio de recogimiento interior, a encontrarse con uno mismo y, sobre todo, a pensar tonterías, como es el caso. Si nunca han probado una de estas experiencias, les informaré que es sumamente desquiciante que se te meta una canción -generalmente absurda y de no más de un par de frases cortas- en la cabeza de la que no puedes escapar por mucho que pedalees. Así, además de luchar épicamente contra la soledad, el frio, el viento y el dolor de piernas, tienes que hacer verdaderos esfuerzos para no volverte loco a cuenta de la cancioncita. Pero como ya son muchos años de ciclismo, uno va teniendo sus trucos así que me puse a pensar en elefantes.
Como el objeto de este blog no es recordar lamentables imágenes de un borbón posando orgulloso junto al cadáver de un pobre animal cobardemente asesinado, mi mente se llenó de láminas de madera contrachapada, pliegues conformando enormes orejones y la inconfundible careta del elefante que Charles y Ray Eames diseñaron en 1945 (según mis hipótesis tras unos días de intenso y pertinaz viento).
Este maravilloso juguete nunca vio la luz tal y como lo concibieron los Eames debido a la tremenda complejidad geométrica que requería el curvado del contrachapado. Tan solo se fabricaron dos prototipos que estuvieron expuestos en el MOMA entre 1945 y 1946. Uno de ellos desapareció. El otro lo guarda celosamente la familia Eames.
Este juguete-escultura pertenecía a un grupo de cinco elementos que jamás pasaron de la etapa conceptual: elefante, foca, oso, rana y caballo. Con ellos los Eames experimentaron las técnicas de moldeado tridimensional desarrolladas en buena parte gracias al encargo de su famosa férula… y de paso les hicieron unos bonitos juguetes a sus hijos de los cuales sólo el elefante sobrevivió. Hay que reconocer que el caballito balancín peludo es, sencillamente, fantástico.
De entre todos ellos, el elefante fue su elemento fetiche. Abunda el material fotográfico de este animal en su archivo tanto sobre la cultura india como sobre el circo. Así mismo, la cara propiamente dicha se empleó para la elaboración de máscaras policromadas para instalaciones fotográficas y representaciones teatrales.
Pero en el mundo del diseño de lo que se trata, en el fondo, es de hacer caja. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que en 2007 Charles habría cumplido 100 años se lanzó a bombo y platillo una edición super limitada de 2000 piezas realizadas según el proceso original: 1000 en arce natural y 1000 teñido en rojo al módico precio de 1900 dólares. Duraron un suspiro.
Posteriormente para que el común de los mortales pudiera acceder a semejante pieza-icono, se comercializó una versión en inyección de plástico en varios colores y con un precio infinitamente más asequible.
Demetrios, Eames Demetrios, nieto de Ray y Charles produjo un par de vídeos que pueden encontrarse en Youtube (aquí la segunda parte).
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En Marzo de 1951, Allan Grant realizó un reportaje fotográfico sobre los juguetes Eames para la revista Life, pero eso será otra historia.
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El nietísimo de los Eames es muy activo en twitter e internet en general.
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Ninguna de las fotos es propiedad del autor del blog. Aún así, les agradecería que le diesen al famoso me gusta o comentasen, criticasen, compartiesen y difundiesen esta entrada del blog y todo él en su conjunto allá donde vayan.
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Un texto original de su fiel y seguro servidor © Pedro Iván Ramos Martín