NO.
Ni se cumple ningún aniversario de nada, ni hay un porqué. Hoy voy a empezar a hablarles de los Eames. Y por suerte o por desgracia, es altamente probable que este post sea el primero, pero ni mucho menos el último sobre esta simpática y pizpireta pareja de diseñadores norteamericanos.
Charles Eames estudió (pero no terminó) Arquitectura en la Universidad de Washington mientras que Bernice Alexandra (con razón adoptó el seudónimo de Ray) Kaiser estudió pintura. Ambos se conocieron en la Academia Cranbrook en 1940 y allí comenzó una intensa y fructífera relación que les llevó a casarse en 1941 y a diseñar como locos desde entonces.
En 1940 Charles trabajaba con Eero Saarinen en el estudio de procesos para curvar madera con formas complejas mientras el mundo se daba de tortas en la II Guerra Mundial.
Como no hay mal que por bien no venga, podemos decir que si, efectivamente, murieron entre 60 y 70 millones de personas, pero los Eames desarrollaron y produjeron su primer producto comercial en madera contrachapada curvada: Las férulas de pierna para la Marina de los EEUU. Era 1943.
Se fabricaron 150.000 unidades de las Eames Splint legs (que suena mucho mejor que en la lengua de cervantes) lo que permitió a nuestros héroes del diseño dejar su apartamento y establecer su primera oficina con la ilusión y la euforia propias de unos emprendedores creativos que reciben su primer encargo oficial – y es que sabemos que la Administración siempre paga. Tarde, pero paga… o algo así decían nuestros mayores. Yo cada vez me lo creo menos-.
Esta primera patente que se acompañó del diseño de una silla monocarcasa también de contrachapado fue el origen de los diseños de los Eames en madera laminada curvada contrachapada.
Estas piezas deberían sustituir a las anteriores realizadas en metal que usaba la US Navy: pesadas, incómodas y que producían vibraciones que causaban más dolor a los soldados. Los Eames tenían a su disposición toda la tecnología y la capacidad de producción del ejército norteamericano, lo que facilitó el que pudieran desarrollar su diseño con la tecnología necesaria.
Las férulas debían ser fácilmente producibles en serie, económicas, ligeras, compactas y resistentes, además de, lógicamente, adaptarse un cuerpo humano que posiblemente tuviese todo tipo de lesiones, fracturas o quemaduras. Pero no solo eso. Además, esta pieza se usaría en situaciones traumáticas, en entornos muy duros emocionalmente hablando y con personas con graves y evidentes problemas no solo físicos si no psíquicos, por lo que además de ser piezas ergonómicas, debían ser piezas amables. Diseñadas desde la empatía además de la función. A estas necesidades se unió el tacto cálido de la madera así como las formas suaves y sinuosas del modelo que, en cierta manera tenía un fuerte componente antropomórfico. Estas férulas estabilizaban un miembro traumatizado o mutilado, pero también el espíritu del herido.
Esta empatía con el cuerpo humano y la producción seriada de unidades para las grandes masas se convirtió en la filosofía de los Eames a la hora de diseñar.
Las férulas las fabricó la empresa californiana Evans Products Company… pero no todas. Sorprendentemente se conservan 5 piezas producidas por Artek-Pascoe, la empresa de los Aalto para comercializar sus productos de mobiliario. Tanto Charles y Ray como Alvar y Aino fueron maestros en la manipulación y el diseño de piezas en contrachapado pero estas 5 férulas son la única colaboración común que se conoce entre los americanos y los fineses.
Como decíamos, 150.000 unidades después, la guerra terminó y Charles y Ray desarrollaron los conceptos aprendidos durante el conflicto y los aplicaron a la fabricación de sillas, juguetes y prácticamente todo lo imaginable. Se convirtieron en los chicos de oro del diseño: prácticamente todo lo que diseñaron se convirtió en un icono.
Pero eso será otra historia.
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Hoy en día las férulas no se utilizan como tales, pero se han convertido en un icono del diseño del s. XX y como escultura en una pared quedan bastante bien.
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Si después de leer esta entrada se ha encaprichado de una de estas piezas, no hay problema: tenemos ebay.
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En 2011 se publicó un documental: El arquitecto y la pintora que narra la historia y evolución de esta pareja irrepetible.
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Hay quien ha diseñado monopatines basado en las siempre útiles enseñanzas de los Eames.
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Las fotografías de este post las he sacado de la red de redes pero no he podido rastrear a sus autores. Si es usted el propietario de alguna de ellas y quiere ponerse en contacto conmigo procederé gustosamente a identificarlas.
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Volveré.
Brillante como siempre en tus descripciones y comentarios.
Un placer leerte! go on
Me abruma usted, Don Grabiel.
Gracias por ilustrarnos, caballero. ^_^
A usted por leerme, señorita. Intentaremos seguir contando cosas…
Muy bueno el articulo! Soy estudiante de Interiorismo y estoy en un trabajo para Historia del Mobiliario, tu entrada me sirvió de mucho!
Espero que continúes así!
Saludos
Me alegra que todo esto pueda ser útil para alguien.
Un saludo
Hola Pedro y enhorabuena por el blog!
Sería de gran ayuda para aquellos que estamos relacionados con el ámbito educativo, que aportaras tus fuentes (referencias bibliográficas) para saber de dónde has obtenido tan buena documentación.
Muchas gracias y un saludo!!
Hola, Ramón.
Gracias… aunque últimamente tengo esto demasiado abandonado.
Escribo (aunque casi debería decir «escribía») sobre temas que me interesan de alguna manera.
Las fotos siempre son mías (en estas primeras entradas, realmente, no siempre). Los datos, pues según voy escribiendo sobre temas que puedo conocer los busco sobre la marcha, normalmente en la red… aunque también a veces tiro de algún libro que tenga a mano en la estantería.
En el fondo es un poco batiburrillo y nada sistemático.
Debería retomar esta afición 😉
Un saludo