luz10 ciervos corzos y gacelas © pedro ivan ramos martin

Ciervos, corzos y gacelas.

[···]

Tengo celos de la muerte
Que nos separará
Tengo miedo de perderte
Y no temo a nada mas
Por eso yo
Necesito estar aquí
Yo, entenderte sin hablar. 

[···]

 

Ciervos, corzos y gacelas [fragmento]
Autor: Evaristo Páramos
Grupo: La Polla Records
Álbum: Donde se habla, pista 14

 Año: 1988

Les he dejado un conjunto de palabras escritas por un punkarra radical, trastornado, politoxicómano y además gallego de nacimiento y vasco de adopción. Posiblemente de las cosas más bonitas que se han escrito -y cantado- en la lengua de Cervantes.

 Hoy no esperen una entrada jovial porque hoy es un día jodido, como jodido fue el 26 de enero de hace justo un año. Hoy pienso en esa letra escrita por Evaristo como cada vez que tengo que enfrentarme a la Parca. Hoy resuena en mi cabeza ese verso incesante: tengo celos de la muerte que nos separará

Y es que estas letras junto con aquello de que sólo un amigo te puede traicionar [Carne pa’ la picadora, pista 1. del Album Carne para la Picadora, La Polla Records, 1996] encierran tal carga de realidad en su infinita, evidente y descarnada sencillez que abruman. Al menos a mí.

Hoy hace un año nos despedimos de una persona excepcional y nos hicimos conscientes una vez más de que, al final, la Dama de la Guadaña siempre consigue ganar la partida. O al menos eso piensa ella. Pero quizás no tenga porqué ser así necesariamente.

Verán, pueden llamarme idiota o incluso cosas mucho peores, pero uno no cree ni en Cielos azules, ni en Paraísos, en reencarnaciones, Nirvanas, Valhallas, Campos Elíseos ni demás lugares imaginarios a los que, supongo, es bonito aferrarse para hacer frente a la que siempre gana. En cambio sí que creo que en realidad solo morimos cuando se nos olvida y que es entonces cuando la Dama Negra se sale con la suya. Hasta ese momento, de alguna manera, seguimos dando la lata.

A lo largo de los años he tratado de viajar todo lo que he podido y a pesar de no haber conocido aún algunas de las grandes civilizaciones, siempre me ha llamado muchísimo la atención el tema de los cementerios. Cómo en cada lugar, en cada cultura, de manera distinta, se honra y recuerda a aquellos que ya no están.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

Enric Miralles. Te fuiste a tu mejor obra demasiado pronto.

En España, habitualmente, son recintos cerrados, desde luego poco agradables, y un tanto lúgubres en general. Por supuesto hay ejemplos excelentes de justo lo contrario como el Cementiri Nou D’Igualada de Miralles, o el infrautilizado y magnífico cementerio de Finisterre de César Portela; pero son los menos.

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La última mirada, eternamente, al horizonte. Fisterra.

En Europa hay camposantos que son una maravilla y que merece la pena visitar y pasear, como el de Os Prazeres de Lisboa, el celebérrimo cementerio de Estocolmo de Asplund y Lewerentz o un pequeño cementerio muy cerca de Otaniemi, en Finlandia, que me pareció el súmmum de la elegancia.

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Os Prazeres, una delicia imprescindible.

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Ese camino. Esa cruz. Esa colina… Estocolmo.

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Elegancia nórdica muy cerca de Helsinki.

Es sobrecogedor el cementerio Judío de Praga con ese amasijo desaliñado de lápidas de piedra y no lo son menos las catacumbas romanas.

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Sobrecogedor el cementerio judío de Praga.

En Japón, lugar profundamente espiritual, también encontré fascinantes cementerios en Tokyo y, sobre todo, esa especie de oda al recuerdo que es el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima.

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Cementerio a la japonesa. Tokyo.

Posiblemente en este interés también haya influido, como en casi todo, el hecho de ser medio gallego de adopción y de espíritu –vivir na Coruña que bonito é-. Y me explico: cuando se es niño en Galicia, se estudia aquello del Panteón de Galegos Ilustres, donde descansan entre otros, ni más ni menos, Rosalía o Castelao. Y, claro, eso se queda.

El caso es que hoy les quería mostrar, y espero que sepan perdonarme el atrevimiento, algo de cosecha propia.

Verán, cuando fuimos a introducir las cenizas de mis abuelos en el nicho familiar, la lápida de mármol que lo cerraba se quebró, por lo que propuse no repetir una anodina lápida sino hacer otra cosa.

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Hacer una pieza para la memoria.

Lógicamente esta especie de autoencargo tenía tras de sí un fortísimo componente emocional e íntimo. Quienes tienen la desgracia de conocerme en persona sabrán que vengo a ser más bien de pocas palabras y de menos exteriorizar mis historias personales.

Sí, efectivamente, luego me gano la vida con una empresa eminentemente comercial dando la chapa a arquitectos y clientes y escribo en este blog donde lo cuento -casi- todo. Aunque sin decir apenas nada, o viceversa, no sé muy bien. No me hagan explicarles el porqué. Dejémoslo en que soy así y hay que quererme.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

Y así empezaba la colocación.

El programa era sencillo: hacer un frente para el nicho propiamente dicho, en la parte superior, y el osario, en la inferior, que mi familia tiene en el cementerio de Salamanca.

Conociéndome como me conozco, solo tenía dos opciones: o hacer algo pulcro, sencillo, mínimo y elegante; o liarme la manta a la cabeza y hacer todo lo contrario pero tratando de mantener la elegancia. La elegancia nunca debe perderse, amigos.

Como sucede a veces, empecé por lo primero y terminé en lo segundo. Posiblemente porque quería contar más cosas que si, sencillamente, hubiese sido para mí.

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En el fondo, todo son detalles.

Es curioso, pero cuando uno coge el lápiz y el papel y empieza a garabatear para hacer este tipo de cosas -diseñar algo, se entiende- se da cuenta de qué es lo que tiene en la cabeza, o con qué lenguaje le gustaría expresarse. En este caso hay homenajes indisimulados a autores que de una forma u otra me han interesado, inspirado o marcado. A mi mente venían imágenes de Asplund, de Lewerentz, de Scarpa… y del autor de otro magnífico cementerio, el de Villamuriel de Cerrato, que a buen seguro que tanto él como su descendencia me darían una colleja cuando lean que aún no he ido a visitarlo -y fotografiarlo, naturalmente-. Trataré de poner remedio a este despropósito lo antes posible.

Por supuesto que una cosa es tener ciertos elementos y otra es saber usarlos. Dentro de mi torpeza traté de lograr el resultado más digno posible.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

Los materiales son elementos a través de los que expresarse.

La pieza en cuestión se trata de un bastidor realizado en pletina de acero inoxidable que acoge elementos de mármol, latón y vidrio. Todos son materiales nobles que en su desnudez han de soportar el paso del tiempo de manera indefinida. Unos, como el acero o el vidrio, impertérritos. Otro, el latón, envejeciendo y cogiendo una pátina que sólo el paso de los años puede otorgar.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

Con mayor o menor fortuna se trata de cargar de simbolismo a la pieza.

Dada la religión profesada por quienes allí se encuentran y por el propio nombre del cementerio -Cementerio Católico de Salamanca- era necesario incluir el símbolo de la cruz. En este caso se conforma por el vacío que dejan cuatro piezas de latón de 20 mm de espesor y que parecen flotar en la sombra que se provoca. Debajo de este elemento hay un pequeño espacio en el que colocar una vela que al iluminar desde detrás estas piezas crea un interesante juego de piezas «pesadas» que levitan.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

A la izquierda y protegido con un vidrio templado sujeto con unas piezas de acero está el espacio para albergar la lápida, realizada en mármol de Macael. Esta lápida se realiza en dos piezas: en una se ha hecho un tratamiento de abujardado tosco mientras la otra presenta un pulido poroso. Aproximadamente ambas tienen la misma superficie y no representan otra cosa que lo que viene a ser una familia, en realidad, una pareja que no es sino el origen de toda familia: dos piezas distintas pero que encajan y se unen formando una unidad. Dos geometrías irregulares que unidas forman un elemento regular, que se conjugan y complementan siendo diferentes.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

La lápida: dos elementos, una sola pieza.

Sobre esta pieza se han colocado unas letras, también en acero, con los apellidos de la familia.

La lápida se fija al bastidor mediante unos tornillos de acero inoxidable vistos de manera que queda, aparentemente, flotando sobre el fondo y que permiten retirarla para acceder al interior del nicho. Se ha tratado de que las distintas piezas mantengan su independencia y su entidad propias existiendo siempre una separación entre ellas, una leve sombra que remarque cada elemento.

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El paso del tiempo dará una pátina al latón.

Dado que es un nicho familiar, en unas chapas de latón, individuales,  se irá inscribiendo el nombre de los que allí vayamos a parar, dejándolas simplemente apoyadas.

En la zona inferior se sitúa un chapón de latón estriado que cierra el acceso al osario y que se atornilla al bastidor para poder acceder al osario. A la derecha un soporte y un pequeño plato para depositar flores. En la esquina inferior, las iniciales de los apellidos. RT.

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En piezas individuales de latón, el recuerdo de quienes están allí.

El metalista muy posiblemente acabó hasta el gorro de mí y de mis historias. Afortunadamente es un tipo sumamente escrupuloso además de excelente en su trabajo. Y aunque se tardó bastante más de lo previsto, el resultado de la ejecución a mí me dejó plenamente satisfecho.

© pedro ivan ramos martin luz10 ciervos corzos y gacelas

Por siempre en la memoria.

Si está mejor o peor. Si es bonito o feo. Si es más o menos abigarrado. Si es algo poético o es una ponzoña… todo eso estará dentro de la opinión de cada cual. En realidad todo esto que les cuento no es más que una excusa -supongo que no se sorprenderán por algo así- para decir aquí, sin articular palabra y sin que me vea nadie, que con o sin frente de nicho, siempre recordaré a aquellas personas que tanta importancia han tenido en mi vida pero que ahora ya no están.

Por eso nunca podré olvidar ni a mi abuela Isabel -en realidad, bisabuela-, ni a mi abuelo Wences, ni a mi abuelo Manolo, ni a mi abuela Mari… porque, de alguna manera, siguen vivos.

Y así seguirán.

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Como siempre, texto y fotos originales de servidor de ustedes: © pedro iván ramos martín.

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2 thoughts on “Ciervos, corzos y gacelas.

  1. Aunque digas que te liaste la manta a la cabeza, creo que el resultado ha sido sencillo y elegante, y a la vez cargado de mucho simbolismo.

    Por cierto, enhorabuena por el blog, no hace mucho que lo sigo, pero admiro la capacidad para que tengan cabida en un mismo post lipotimias y japoneses sin perder en ningún momento un discurso, que al menos parece, coherente.

    • Muchas gracias por comentar… y por las flores, Alex.
      La verdad es que a veces me sorprendo a mí mismo viendo por dónde empieza una entrada y cómo termina… ya no le busco una explicación, creo que he asumido que «tendrá que ser así».
      Un saludo.

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