Hay cosas que me resultan muy curiosas.
Por ejemplo que desde que publiqué la primera entrada en luz10 este planeta en el que vivimos ha dado trescientas sesenta y cinco vueltas respecto a su eje y, pásmense, hemos recorrido todos juntos novecientos treinta millones de kilómetros dando una vuelta alrededor del Sol a unos ciento ocho mil kilómetros por hora.
Toda esta vorágine cósmica mientras usted y el mundo entero podían disfrutar de las estupideces que voy publicando de manera presuntamente caótica, aleatoria y desordenada, en un aparente sindiós.
Podríamos pensar que todo esto no ha estado nada mal, pero qué quieren que les diga… dar una vuelta al Sol no es que me de absolutamente igual, pero no me quita demasiado el sueño. El Sol es un Astro Rey que no está mal y eso, aunque es demasiado previsible. La luna, en cambio, siempre me ha resultado más enigmática y misteriosa. Quizás porque nunca me he aprendido sus fases al igual que no me he aprendido el nombre de los dedos de una mano. Tal vez es porque la Luna es cambiante y hay noches en las que ni siquiera es. O porque a la Luna uno la puede mirar, que ella sólo le ofrecerá su pizpireta belleza mientras que si mira al Sol, en pocos segundos se quedará usted ciego.
Eppur si muove.
Es cierto que vivimos en una especie de peonza cósmica. Que al día le sucede la noche y a ésta le sucede el día. Que después de este verano que se nos escapa de entre los dedos vendrá el otoño y que luego se acercará el invierno para que una vez pasada la primavera vuelva a ser verano.
Así ha venido siendo desde aquella primera entrada y así seguirá siendo cuando por la razón que sea se apague la luz de este chiringuito. También seguirá siendo así cuando todos hayamos muerto -vamos a morir todos, recuerde- y cuando las futuras generaciones, que ya nos habrán olvidado, también lo hayan hecho.
¡Qué tedio!
¡Qué hastío!
¡Qué desasosiego!
¡Qué esplín!
Pues no tanto. Verán, sobre estos renglones inalterables a lo largo de este año se han ido produciendo una serie de casualidades de lo más interesantes (recuerden la naturaleza casual de las cosas). Seguramente cuando, después de muerto y una vez alcanzada la merecida fama y la gloria postmortem, alguien analice con detenimiento el montón de palabras deslabazadas que he ido amontonando encontrará que todos estos acontecimientos tienen reflejo en este blog, que para eso se supone que es personal. Unos estarán a la vista de todo el mundo, otros sólo los entenderán ciertos y muy significativos seres humanos y otros los guardo para mí y con toda probabilidad me los llevaré a la tumba.
Y es que casi todo tiene un porqué y trato de no dar demasiadas puntadas sin hilo.
No obstante ver que este humilde rincón de internet ha recibido miles de visitas y que centenares de personas han leído lo que he escrito da cierto vértigo.
A estas personas, que no son otras que ustedes, mis queridos, anónimos y sufridos lectores, tan solo puedo agradecerles que se pasen por aquí.
A otro grupo, mucho más selecto y recogido, que vienen a ser todas esas personas que no son anónimas, a las que conozco y me conocen por alguna casualidad metafísica, el agradecimiento ha de ser doble ya que saben quién soy y a pesar de ello, me leen.
Por últmo está esa minoría casi absoluta de individuos excepcionales y entrañables todos ellos que además de saber quién soy, por alguna extraña e ignota razón me tienen cierto aprecio y de un modo u otro forman parte de mi vida. Seres que sirven de motor unas veces e inspiración otras para liarme a aporrear teclas. Algunos ni siquiera leen el blog. A otros hace años que no les veo. Hay a quien, en el fondo, apenas conozco pero da igual. Y unos cuantos tienen la desgracia de tener que aguantarme con enervante frecuencia -pobres-.
Estoy convencido de que cada cual sabrá ubicarse claramente en el lugar que le corresponde. Y a todos ellos he de decirles, con toda humildad, algo:
GRACIAS CABRONES
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Eppur si muove: Cuenta la leyenda que fue lo que masculló entre dientes el bueno de Galileo cuando ante el tribunal de la Santa Inquisición le hicieron renegar de su teoría heliocéntrica. Y es que, sin embargo, se mueve.
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Las fotos y eso… ya saben, por obra y gracia de ©Pedro Iván Ramos Martín, que se fue a Finlandia y las hizo por allí. Úsenlas, citen su procedencia, compartan luz10. Lo de siempre.
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Volveré
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