El pasado jueves, 15 de junio, pasadas las siete de la tarde, en Valladolid, el termómetro pasaba de los 35 grados.
La galería de arte La Gran (Claudio Moyano 16, 2º, para los despistados) era un hervidero donde una muchedumbre entre la que se encontraba lo más granado de la zona esperaba ansiosa la inauguración de la expo Continuo Contraste.
O eso me pareció a mí.
Verán, para no aburrirles, les contaré brevemente.
Hace unos meses, antes del parón que detiene a este país durante los festejos de Semana Santa, uno de mis liadores principales, Kike con K, fue liado para liarme en un proyecto incierto e indeterminado. Pedro Gallego, alma máter de La Gran y arquitecto-que-no-hace-arquitectura le estaba dando vueltas a hacer algo en la Recámara. Algo que pudiera estar centrado en Valladolid. Que quizás tuviera que ver con la arquitectura. Que, incluso, podría estar perpetrado por un fotógrafo. O un arquitecto… o ambas cosas.
De esa forma al liador principal y al liante secundario les pareció bien que servidor de ustedes fuese el liado.
Como no sé decir no y menos a cosas en las que no se saca beneficio, se trabaja mucho y requieren mucho tiempo, acepté sin dudar. Era una ocasión magnífica para ahondar en mi estado natural de agobio.
En realidad no teníamos ni la más repajolera idea de qué demonios íbamos a hacer, así que hicimos lo que se hace en estos casos: beber.
Eso que , sin duda, suena divertido y glamouroso, en la triste realidad de las vidas de dos seres ocupados, muy ocupados y mucho ocupados, se tradujo en quedar un día a eso de las 8 de la tarde en La Otra. Una única y miserable caña bastó para trazar las líneas maestras. Fundir las neuras del señor García con arcanos recuerdos míos de las clases de doctorado era un paso inevitable e inmediato. Todo parecía fluir a pesar de nuestra evidente sobriedad. Las ideas se plasmaban con frenesí en servilletas de papel en un café bohemio y nosotros nos sentíamos vencedores, artistas, genios, casi dioses.
En realidad seguíamos sin saber qué demonios íbamos a hacer.
De una forma casi natural, Kike se enfundó el traje de comisario y yo el de comisariado. Documentó y geolocalizó dos Valladolides y yo las fotografié durante unos frenéticos fines de semana locos.
Al final, de alguna manera, todo fue cogiendo forma y coherencia. He de decir que para mí ha sido todo un descubrimiento y un placer darme esta paliza. En el fondo fotografiar siempre es un placer. Fotografiar arquitectura es placer y medio y cuando, además, se descubren cosas interesantes es doble placer.
Por supuesto que todo eso que en la práctica totalidad de las veces –salvo contadas y gloriosas excepciones– se queda en el disco duro del ordenador cuando se puede plasmar en un papel, que además forma parte de una serie, que además es para una exposición, que además se hace en una galería de arte, que además dirige alguien que sabe MUCHO, que además es arquitecto y que además dice estar satisfecho con el resultado, a quien les escribe le recorre un cosquilleo la espina dorsal y siente que al andar en realidad levita dos dedos por encima del suelo.
En la siguiente entrada les contaré qué es Continuo Contraste, qué podrán ver si se acercan a la galería de arte La Gran y por qué todo tiene que ver con todo.
Ahora me limito a mostrarles lo que sucedió durante la inauguración y a poner por escrito, blanco sobre negro, mis infinitos agradecimientos a Kike, a Pedro y a Sara por haber pensado que todo este jaleo podría ser una buena idea.
Por supuesto a mis incondicionales followers que a pesar de los pesares y del calor se acercaron a acompañarme porque lo mismo recorremos Tierra de Campos que inauguramos un sarao, siempre con el gracejo que nos caracteriza. Afortunadamente había cerveza y no hubo que lamentar bajas por deshidratación.
Y cómo no, a dos seres que son capaces de dar sentido a una vida y que, por algún motivo, son también capaces de aguantarme a diario.
Qué demonios, y también a ustedes, que sin tener ninguna obligación han tenido a bien leer hasta aquí.
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Se habrán dado cuenta de que la foto que ilustra esta entrada tiene una calidad superior a la que habitualmente se destila en el blog. Es natural, salió de la mirada penetrante de Lutton Gant.
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Un texto y fotografías (menos una, la buena) de su fiel y seguro servidor, ©pedro iván ramos martín. Compartan esta entrada, pero sobre todo, visiten La Gran.
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Les voy a pedir un favor: si entran en este enlace podrán votar una foto mía para ver si pasa a la siguiente fase, la de jurado, la buena, en un concurso nacional de fotografía. Quedan 10 días y a este paso veo que voy a necesitar más amigos en la red para optar a estas historias… Se hace en unos segundos y es gratis total, oiga.
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En breve conocerán las dos caras de una misma moneda: la de los Ortiz de Urbina y la de Julio González. Sean pacientes y vayan por la sombra.
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