Carlo Cipolla, un referente para este blog, establecía que había cuatro tipos de personas: inteligentes, incautos, malvados y estúpidos, siendo estos últimos los más peligrosos de todos ellos.
Pero dentro del grupo de los estúpidos, aunque Cipolla no lo nombra, hay un subgrupo especialmente nocivo: los miserables.
Podría hablarles largo y tendido del prototipo de ser humano miserable: años de atenta observación en el medio, de minucioso análisis de su mezquino comportamiento, de concienzudo estudio de sus incapacidades y miserias me llevaron al conocimiento profundo de estos infraseres.
Huyan de los estúpidos en general y de los miserables en particular como de la peste y si deciden ignorar este consejo, tomen todas las precauciones posibles.
No siempre es sencillo reconocerles, pues están entre nosotros. Poseen múltiples formas y distintas maneras de actuar, aunque su alma siempre es viscosa.
Quizás intenten darle pena, puede que adopten la imagen de un pobre bizcochito que pretendidamente es devorado injustamente por este mundo de hienas. ¡Qué tropelía!, pobre bizcochito miserable relleno de veneno que tiene al cosmos en su contra.
Pero no se apuren, porque a la hora de la verdad un miserable acaba quitándose la máscara. Más bien se le cae por la propia inconsistencia de sus mentiras y desvaríos, que no por muy repetidos se tornarán verdad.
Cuando esto pasa, y pasa siempre, el miserable a los ojos de los demás queda desnudo y viejo y gordo y más estúpido que nunca. Quizás él no lo sepa, o lo sepa y le de igual, o no quiera saberlo refugiándose en su imaginario mundo inventado volviéndose cada vez más miserable, más estúpido.
Decían los muy gallegos Siniestro Total que sólo los estúpidos tienen la conciencia tranquila. A esto le añado un verso del inefable Ángel Stanich: Prefiero ser Bob Dylan, que Manuel Campo Vidal.
Pues eso.
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Cuídense de los miserables. Son estúpidos; y, por tanto, peligrosos.
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Dedicado al más rancio, correoso y arcaico bizcochito miserable, por servir de permanente inspiración y a la vez, fuente de risas.
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Si quieren tener a mano el ensayo del gran Cipolla sobre la estupidez humana, hagan click
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Como ayer, hoy y siempre, un texto y fotografías originales de su fiel y seguro servidor © pedro iván ramos martín. Para las fotos me fui a Praga, para conocer la miseria humana no tuve que viajar tanto.
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Y tras este interludio, seguimos con la temática del blog.