A la salida de la ópera, en el foyer de un gran teatro, en el descanso de una pieza de ballet, en las recepciones del embajador o en los más sucios chiringuitos al sur de Benidorm. No se habla de otra cosa. La gente está intrigada, vive en la desazón. El desánimo y el desasosiego se apoderan del personal. Los jilgueros ya no cantan, las flores ya no huelen, el sol se pone triste y a la luna le da pereza lucir en las noches de estío. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está la luz? ¿Por qué ya no escribe el idiota del blog ese raro?
Pues agárrense, que vienen curvas: por el título de la entrada muchos de ustedes habrán adivinado que les voy a hablar de un trozo de nogal.
A estas alturas de la película imagino que este blog no lo leerá un número elevado de creacionistas por lo que a buen seguro que usted también cree que todos nosotros descendemos del mono. Y el mono, ese simpático animal es lo que le dio fama internacional al bueno de Kay Bojesen.
¿Un mono? ¿un trozo de nogal? ¿Es posible que el autor haya vuelto pero esta vez más demenciado que nunca?. Es posible. Incluso probable, pero no nos despistemos.
Hablábamos de Kay Bojesen. Este señor era un danés nacido allá por 1886 en la cálida y alocada Copenhague. Su profesión fue la de platero aunque lo que le dio la fama internacional fueron sus creaciones en madera.
— ¡ALTO, UN MOMENTO! -grita con desparpajo un chico con cara de arenque- ¿nos quiere hacer creer que un platero alcanzó la gloria universal, el reconocimiento, la fama y, quizás, ositos de peluche por sus diseños en… madera?
— Aquí el joven tiene razón -interviene una delicada anciana- DE NUEVO USTED TRATA DE TOMARNOS EL PELO
No se me alboroten, que se lo explico.
Bojesen se formó junto a uno de los más reputados plateros daneses, Georg Jensen, pero en 1919 nuestro protagonista se casó y como resultado de un amor puro y eterno nació su heredero, Otto. Este hecho notable sacudió la mente de Bojesen padre y recordó como su progenitor, Ernst, cuando él era un niño acostumbraba a tallar trozos de madera con forma de animales para que jugase animándole a ser creativo e imaginativo.
El bueno de Kay, sobre 1922 empezó a diseñar juguetes de madera con partes móviles. Su propia experiencia infantil junto a la tremenda curiosidad que le despertaba su hijo, sus juegos y juguetes le llevaron a ello.
Hacia 1930 se enfrascó en el diseño de un conjunto de juguetes de madera con ciertas características comunes. La estrella es, como habrán adivinado, su famoso mono de teka y limba, una madera africana de color claro, diseñado en 1951, cuando Otto ya era un maromo de treintaytantos tacos. El bicho se ha convertido en un icono del diseño nórdico. Una de esas piececitas por las que a usted le pueden dar un sablazo considerable y a pesar de ello disfrutará con la compra.
Pero antes del mono, bastante antes, hubo otro bichejo. En realidad el conjunto lo componen el simio, un elefante de roble, un hipopótamo, un conejo, un oso de roble y arce, un caballito balancín de haya -el juguete más grande y, quizás, más universal- un loro, unas figuritas militares… y nuestro preciado trozo de nogal que en realidad fue el comienzo de la saga que hoy en día se sigue produciendo: el perro.
El chucho, un portentoso ejemplar de perro salchicha, es el único perro que compraré en mi vida -recuerde, no compre, adopte- y la ceremonia estuvo a la altura del evento: en la tienda Artek de Esplanadi, en Helsinki.
Esta frikada fue diseñada en 1934 y viene con un ligero tratamiento al aceite que hace que se pueda sentir perfectamente el tacto y el olor de la madera. Al ser un pedazo de nogal natural mecanizado cada animal es distinto por lo que usted podrá elegir al ejemplar que más se asemeje a su mascota peluda de húmedo hocico.
La intención de Bojesen no era la de imitar la naturaleza o crear detalladas figuritas sino hacer un juguete a partir de la abstracción del modelo que tuviese las características inherentes a casi todo lo que diseñaron los grandes nórdicos: agradable, redondeado y cálido al tenerlo entre las manos.
Él decía que las líneas deben sonreir. Quizás el que sea un juguete hace que pueda ser el regalo perfecto. Se dice que este fiel can es un amigo que le acompañará durante su vida desde su habitación de juegos cuando apenas sea capaz de gatear torpemente al más entrañable rinconcito de su estar cuando sea un venerable y adorable carcamal.
Dicen que Kay Bojesen era capaz de darle alma a sus animales de madera. En nuestro caso, Tampoco.
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Bojesen apelaba al niño que, al parecer, todos llevamos dentro. Y visto lo visto, ha sido todo un éxito de marketing.
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Hoy en día el legado de Kay Bojesen lo cuidan sus nietos. A buen seguro estarán orgullosos del abuelo.
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Recuerde, las líneas deben sonreír. Y usted también debería hacerlo. Tendrá más arrugas, pero será más feliz.
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Por lo visto KB era un cachondo mental. Se dice que le pidió matrimonio a su señora en 1918 espetándole algo así: «su cuerpo me vuelve loco, señorita Drøge-Møller. ¿Se casaría conmigo?». Chistoso o sincero como él solo. Ningún historiador ha conseguido conocer la realidad.
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La vajilla Grand Prix diseñada por Bojesen está presente en todas las embajadas danesas del mundo.
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Para conseguir este perro, el autor se dejó sus buenas perras. Eso debería ser motivo suficiente para que compartan esta entrada.
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Como ya viene siendo habitual, un texto y fotografías originales de su fiel servidor y bloguero salchicha ©pedro iván ramos martín. Pueden usarlas, pero deben citar su procedencia.
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