A la salida de la ópera, en el foyer de un gran teatro, en el descanso de una pieza de ballet, en las recepciones del embajador o en los más sucios chiringuitos al sur de Benidorm. No se habla de otra cosa. La gente está intrigada, vive en la desazón. El desánimo y el desasosiego se apoderan del personal. Los jilgueros ya no cantan, las flores ya no huelen, el sol se pone triste y a la luna le da pereza lucir en las noches de estío. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está la luz? ¿Por qué ya no escribe el idiota del blog ese raro?
Pues agárrense, que vienen curvas: por el título de la entrada muchos de ustedes habrán adivinado que les voy a hablar de un trozo de nogal.