Quizás fotografío cuanto puedo para retener todo aquello que fue y ya no es. Atrapar el tiempo es la magia de la fotografía.
¿Pero qué pasa cuando hay que destruirlo todo y a pesar de ello conservar esa memoria?
Quizás fotografío cuanto puedo para retener todo aquello que fue y ya no es. Atrapar el tiempo es la magia de la fotografía.
¿Pero qué pasa cuando hay que destruirlo todo y a pesar de ello conservar esa memoria?
Alvar Aalto era un pícaro y un ser pragmático.
Comencemos la entrada sin más preámbulos y abordemos con detalle ambos aspectos.
En Muuratsalo, claro.
Nemo propheta acceptus est in patria sua es un dicho latino -del latín, no confundir con el estribillo de algún hit de reguetón- que viene a decir que nadie es profeta en su tierra.
Convenientemente acortado es el nombre del famoso bote diseñado por el mismísimo Alvar Aalto y es que a su vivienda experimental sólo se podía llegar navegando.
Vayamos a Muuratsalo.
Hace unas semanas tenía el inmenso placer de enviarles un pequeño articulito -nótese la diminuta magnitud del mismo- a Agnieszka y Lorenzo, los artífices del imprescindible blog de Stepien y Barno.
El motivo de tal hazaña para alguien como yo es que por algún motivo eligieron mi respuesta a su concurso «“¿Cuál es su proyecto preferido de arquitectura y por qué?” como la mejor con lo que además de ser agasajado con un pedazo de cacho de libro de 8 kilos de peso (Atlas de Arquitectura Mundial del siglo XX, Ed. Phaidon) me brindaron la oportunidad de extender un poco más mi respuesta.