Creo que el primer recuerdo consciente que tengo es el de estar detrás de una cortina.
En realidad no era una cortina, era una especie de colcha o tela con una trama bastante abierta que la hacía permeable a la luz. Me recordaba a la textura de aquellas servilletas que en los años 80 había en todas las casas junto con los platos de duralex pero en tamaño XXL. Tenía cuadrados ocres, marrones, amarillos y no tengo la certeza de si también algún rojo o anaranjado.
Recuerdo que me ponía detrás de esa cortina, contra la ventana y a través de ese filtro textil jugaba con mi padre.
Eso sucedía en Las Palmas, en la calle Tomas Miller 81, apartamento 503 y yo tenía dos años y pico.
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