Ayer por la noche estaba yo cruzando el puente de Jose Luis Arrese cuando, después de pensar brevemente en el horror que es la Cópula del Milenio, miré al frente y vi la luna.
Era una luna llena enorme, redonda como un queso. Una luna espléndida. Una luna plena de luna. Una luna que no podía ser más luna. Una luna magnífica.
Les voy a ser sincero, no tenía yo previsto salir esa noche a ningún sitio y mucho menos cruzar ese puente. Desde luego no pensaba en encontrarme esa luna y no tenía ni la más remota idea de que estaba contemplando la superluna más majestuosa que habrá hasta el año 2034.
Casualidades, supongo.
Volvamos a Japón en busca del sentido de la vida.