Verán, he de confesarles que últimamente no ando yo muy iluminado y que los días se me pasan sin encontrar un motivo -ni tiempo, la verdad- para ponerme a teclear en este rincón de la red de redes. Será que estoy otoñal o que me ha abandonado la inspiración, o las dos cosas o qué se yo qué será.
El caso es que el otro día por azares del destino tuve que ir a San Benito y me encontré frente a frente y cámara en mano con un moribundo que espera su humillante final: el otrora fornido y apuesto Mercado del Val de Valladolid.