Hace algo más de 15 años que vi por primera vez aquel femenino, voluptuoso y potente muslo. Palidísimo, firme, terso, prieto, suave. Un muslo maravillosamente torneado por los dioses. Un muslo exquisito, delicioso, sublime. Un muslo que cedía bajo la presión de una poderosa mano masculina casi a la altura donde deja de ser muslo para convertirse en gloria.
Ella se llamaba Perséfone, era hija de Zeus y Deméter y estaba hecha de mármol de Carrara. Él, Hades, el impetuoso y sátiro hermano de Zeus, señor del Inframundo.
La estaba raptando.
Naturalmente yo estaba en la Galleria Borghese de Roma en el segundo día del año 2018. Read More