Nemo propheta acceptus est in patria sua es un dicho latino -del latín, no confundir con el estribillo de algún hit de reguetón- que viene a decir que nadie es profeta en su tierra.
Convenientemente acortado es el nombre del famoso bote diseñado por el mismísimo Alvar Aalto y es que a su vivienda experimental sólo se podía llegar navegando.
Vayamos a Muuratsalo.
Muuratsalo es una isla situada en el lago Päijänne, muy cerca de la otra isla aaltiana, Saynatsalo, y como a buena parte de los miles de islas situadas en los lagos finlandeses, en verano, sólo se podía llegar sobre algo que flotase.
En los años 50 Aalto diseñó el trozo de madera más rápido del lago, su famosa embarcación a la que bautizó como Nemo Propheta in Patria y que hoy puede visitarse cuando se va a ver la vivienda experimental en la que el arquitecto probaba soluciones constructivas, materiales y salidas de emergencia para los amantes de Elissa.
El nombre no es casual y se lo puso en un ataque de ira arquitectónica después de tirarle un canto a un neón que alguien había colocado en el ayuntamiento de Saynatsalo sin tino ni criterio mientras exclamaba, precisamente, que nadie era profeta en su tierra. Es hermoso imaginar al genio liándose a pedradas contra un anuncio y maldiciendo en arameo ante tamaña afrenta.
Para esta embarcación Aalto dibujó compulsivamente y, dicen, puso más empeño que en cualquiera de sus obras arquitectónicas pues estaba fascinado explorando las posibilidades plásticas que le ofrecía este tipo de diseño con el uso de formas que no podía emplear en sus obras de tierra firme.
De hecho el barco se diseñó y construyó dos veces en colaboración con el sufrido constructor -de barcos- Lauri Kosola. Este divertimento mide 10 metros de largo, poco más de 2 de ancho y en la cabina llega a una altura de 2,5 metros. Sin duda el espacio habitable más pequeño diseñado por Aalto. Curiosidad: el tejadillo dio más quebraderos de cabeza de lo que pudiera parecer.
Cuentan las lenguas más viperinas que Aalto era un tanto torpe al timón del navío pero que Elissa se desenvolvía como pez en el agua a los mandos así que él se limitaba, sencillamente, a disfrutar.
Cuando Aalto murió en 1976 el barco se trasladó a Turku para disfrute familiar, pero el agua salada lo arruinó. Así que Elissa lo donó al Museo Alvar Aalto trasladándose a la isla de Juurikkasaari, frente a Saynatsalo. A finales de los Ochenta se reconstruyó siguiendo dibujos de Elissa y trasladó de nuevo al embarcadero de Muuratsalo.
En realidad primero se intentó el traslado con mucha pompa y boato en helicóptero pero aquello no resultó ser una buena idea pues empezó a oscilar de manera alarmante debido a las turbulencias de las hélices del aparato cuando apenas se había elevado unos metros. Siguiendo la lógica más elemental finalmente se llevó por el agua.
En 1996 se convocó un concurso internacional para construir un refugio donde guardar esta pieza. El proyecto ganador fue el de un par de estudiantes de Dinamarca que consiguieron un elegante resultado.
·············
En la siguiente entrega hablaremos un poco de esa salida de emergencia para los amantes de Elissa, que sé que se han quedado con la copla.
·············
Las pizpiretas estudiantes que ganaron el concurso para la construcción del refugio del barquito son Claudia Schulz y Anne-Mette Krolmark.
·············
El intrépido narrador de esta historia se gastó sus buenos euros en visitar Muuratsalo, compadezcanse de él y compartan esta entrada.
·············
Como siempre, texto y fotos originales de su fiel y seguro servidor, © pedro iván ramos martín. Si las necesitan, úsenlas, pero citen autor y procedencia.