Viaje a Japon, primera parada, Kyoto

El viaje a Oriente

Está usted en lo cierto: le he robado el título del post a Le Corbusier. Ni más ni menos, al Corbu, así, por todo lo alto y sin ningún pudor. En Luz10 no nos andamos con chiquitas y bebemos de las fuentes primigenias.

Como les avisé en la entrada anterior va a haber una serie sobre el país del Sol Naciente en la que, más o menos, lo que voy a hacer es contarles lo que me ha parecido el descubrimiento de Japón de la única forma que se pueden descubrir los sitios: estando en ellos.

A Japón, a menos que tenga usted muchísimo tiempo libre y paciencia estoica, se va en avión. En este caso tras una paradiña en Amsterdam la siguiente vez que puse los pies en algo similar a la tierra firme fue en el aeropuerto-isla de Kansai, Osaka: primer destino, Kyoto.

Me resultó curioso el viaje. Acostarse tarde -qué raro- levantarse a las 3 de la mañana y poner rumbo a Barajas (me niego a escribir el forzadísimo, largo, engolado, un tanto hortera y poco útil nombre del aeropuerto más importante de este país nuestro). El caso es que a eso de las 7:30 el coche estaba aparcadito y la maleta facturada. De Madrid se va a Amsterdam y de allí, tras una breve escala, a Osaka. En este caso el vuelo se hace hacia oriente y en ningún momento se hace de noche. Uno ya puede mirar el reloj que el sol luce radiante y se refleja en el ala del monstruoso avión que nos lleva a un par de centenares de personas al otro lado del mundo.

Aterrizar en una isla artificial sin haber dormido nada en las últimas 21 horas. 8 de la mañana. Estar en Japón.

Cómprenos algo, por amor de dios

Cómprenos algo, por amor de dios

Con esa extraña sensación que sólo una entrega de Proyectos deja en un cuerpo humano a eso de las 6 de la mañana después de haber estado toda la noche tirando líneas tras una semana de las de dormir poco se hace cola para que sellen el pasaporte y se hace cola para recoger la maleta. Luego se hace cola para coger el tren que va a Kyoto y una vez en la muy japonesa estación de trenes de esa ciudad, se hace cola en la oficina de turismo para pedir un plano del autobús urbano que es como usted debe moverse en Kyoto a menos que sepa japonés y pueda meterse en el metro sabiendo lo que los carteles le quieren decir.

¿Sabe japonés? pues no tema usar el metro luz10 pedro ivan ramos

¿Sabe japonés? pues no tema usar el metro

Kyoto es una ciudad cuajadita de templos, zonas tradicionales y trabajos epatantes en las carpinterías de madera de los edificios que jalonan unas calles que hasta poner un pie en este país sencillamente, un occidental no imagina.

sandwich de vivienda kyoto luz10 pedro ivan ramos

sandwich de vivienda

Al humilde juntaletras que ha parido este modestísimo blog siempre le han maravillado las pequeñas diferencias que descubre al viajar. Desde la forma de colocar e iluminar los productos en los supermercados, las maneras de los conductores de autobuses o las tapas de las alcantarillas a los cables de la luz en las calles. Y si el intrépido lector decide emprender un viaje como éste, sabrá que está en Japón cuando alce ligeramente la mirada y vea cables. Marañas imposibles de cables que dibujan una especie de cielorraso en muchas de las estrechas calles de una ciudad como Kyoto.

cables kyoto luz10 pedro ivan ramos martin

Cables.

Pero, venga, hombre, deje de tomarnos el pelo con sus majaderías y háblenos del «templo de Oro» -increpa un señor bastante bien vestido pero con un pelo que denota que lo de la ducha diaria no siempre le viene bien-

Bah, olvídelo, está chalado. Un maldito pirado que nos hace perder el tiempo -le contesta una señorita que hasta ese momento parecía simpática-

Déjenos, señor -sentencia una muchachita majísima desde el fondo de la sala-

¿bicis? de ninguna de las maneras kyoto luz10 pedro ivan ramos martin

¿bicis? de ninguna de las maneras

Dicen que el cliente, en este caso el público, siempre tiene la razón, pero les advierto: yo soy muy de no seguir las normas establecidas y el puñetero templo dorado es de lo menos interesante que se puede ver en Kyoto. Déjense de maravillar por templos forrados de pan de oro y disfruten del espectacular jardín en el que están situados.

Seguimos y les advierto: no voy a hablar de templos.

Venga ya, hombre. Me voy!! -grita exasperado el señor de pelo grasiento a la vez que se va de la sala.

Por favor,señor, déjenos… -insiste la muchachita.-

No les voy a decir que no estén bien y que no haya que visitarlos, pero me resulta curioso ver como muchas veces el árbol no nos deja ver el bosque. En este caso, el jardín.

un arce, por ejemplo. luz10, kyoto pedro ivan ramos martin

un arce, por ejemplo.

Kyoto es una ciudad plagada de templos y similares tremendamente espectaculares pero en su mayoría lo mejor de ellos son o bien sus sutiles salas de te con pavimento de tatami y cierres con tabiques correderos o bien sus jardines.

Por ello es posible que en un futuro escriba sobre alguno de estos lugares y, les aviso, cuanto más famoso era el templo más prescindible se tornaba. No ver el KinkakuJi o, lo que es peor -mucho peor- el Kyomizu Dera es completamente perdonable y posiblemente recomendable si va justo de tiempo (ala, lo que he dicho). No visitar el DaisenIn o el ShoreIn es un delito que debería estar perseguido. Por supuesto uno que es famoso y que hay que ver es el RyoanJi… pero tenga cuidado con la hora a la que va a verlo.

Ryoanji. Muy Zen. kyoto luz10 pedro ivan ramos martin

Ryoanji. Muy Zen.

 

RyoanJi. Hora punta. luz10 kyoto pedro ivan ramos martin

RyoanJi. Hora punta.

Una de las cosas más sorprendentes, al menos para un arquitecto, es que cuando se visita Kyoto uno se da cuenta de que casi todo ya estaba inventado.

Espacios diáfanos flexibles que se amplían o se compartimentan con una suerte de tabiques ligeros correderos con la levedad del omnipresente papel de arroz. La pulcritud y el minimalismo de la línea recta. Las transparencias y veladuras que generan espacios interesantísimos. Las celosías y los sublimes trabajos de carpintería que en ellas se realizan, los ensambles, la manera de tratar y trabajar los materiales con un respeto abrumador por su propia naturaleza. O la maravillosa manera de capturar el paisaje que despliegan en cuanto tienen ocasión.

La delicia del ShoreIn luz10 kyoto pedro ivan ramos martin

La delicia del ShoreIn

La sensibilidad que he encontrado en elementos con varios siglos pero de una actualidad pasmosa no la he visto en casi ninguna otra arquitectura y lo que uno se pregunta constantemente es cuándo visitaron los finlandeses Japón – y se llevaron casi todas las ideas buenas- y cuándo dicen que se inventó el land art porque estos muchachos de ojos rasgados tienen intervenciones brutales con unos cuantos cientos de años. Lo que quiero decir es que los japoneses lo inventaron todo antes y que en un pabelloncito de te con 4 siglos a sus espaldas es posible encontrar más arquitectura moderna que juntando el 90% de los edificios que se han construido en Valladolid en los últimos 10 años -y eso porque siempre hay sobresalientes excepciones-

Villa Imperial Katsura. 1662 luz10 pedro ivan ramos martin kyoto

Villa Imperial Katsura. 1662

Pero a esta sensibilidad y exquisitez en el detalle, a la sutil manera de emplear elementos arquitectónicos o vegetales presente tanto en la Villa Imperial Katsura como en una calle perdida de Gion se le une el desparpajo desaliñado de los cables aéreos y la hipnótica negrura guarra -la buena- que adquiere la madera sin tratar al exterior.

Y cuanto más guarra, mejor. kyoto luz10 pedro ivan ramos martin

Y cuanto más guarra, mejor.

Por tanto, como ven, Kyoto es un avance de lo que es Japón en sí: un cúmulo de contrastes y, posiblemente, contradicciones que se llevan al máximo de sus extremos en Tokyo. Pero ya habrá tiempo de hablar de la supermetrópolis nipona. De momento, la próxima parada en este miniresumen de viaje será Hiroshima.

Stay tunned.

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Consejo de su tío Matt el Viajero: la primera vez que visiten Japón hagan un primer viaje general, entren por Kyoto, visiten Hiroshima y salgan por Tokyo. Nada volverá a ser igual y sentirán la imperiosa necesidad de volver a verlo con más calma.

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Si, escribo Tokyo y Kyoto en lugar de Tokio y Kioto. Lo hago, sencillamente, porque me da la gana.

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Podría escribir un post entero sobre la comida en Japón. No lo haré, pero podría.

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No me gusta el Sake. Pero nada de nada. Afortunadamente hay alternativas con nombre de Kirin, Asashi o, sobre todo, Sapporo. También tienen te y, en menor medida, agua.

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Como en el post anterior todas las fotografías las ha realizado su incombustible y fiel servidor © Pedro Iván Ramos Martín. Usen las imágenes si les place, pero citen su procedencia.

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Los japoneses son extremadamente educados y considerados. Séanlo también ustedes y contemplen la posibilidad de compartir y difundir luz10 desde sus hogares y centros de trabajo.

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2 thoughts on “El viaje a Oriente

  1. Vamos a ver, joven provocador, y por resumir tras alabar tu manera de pasear y ver un Kyoto necesariamente selectivo (yo he estado varias veces y la que menos dos semanas y siempre que vuelvo descubro matices en repeticiones de lugares)

    A lo que iba: Está bien que uno se «enamore» de un lugar, en tu caso Shoren-in. que el corazón tiene razones que a la razón se escapa

    PERO que sacrifiques alegre y rpvocadoramente Gingaku-ji y, sobre todo, Kiyumizu, no tiene perdón del kami más miserable que habita el archipiélago. Primero porque desde allí se tiene una vista estupenda de Kyoto (habría que alejarse hasta la villa Shugakuin para mejorarla) y segundo, porque sólo con admirar la carpintería de sostén del templo
    está más que justificada la excursión. Cierto que es muy turístico, que el camino hacia la pagoda es una romería, pero es habitual en Jappón, país de excursionistas natos.
    Por lo demás, ya hablaremos, ya hablaremos… Ah, y un abrazo..

    • Efectivamente, uno es un provocador con una de las armas más poderosas que existen: la ignorancia -propia, por supuesto-.
      Como dices, el viaje ha sido demasiado selectivo y es que 11 días en Japón dan para lo que dan. De hecho el GinkakuJi no fue visitado ni fotografiado… pero si el Kyyomizu.
      No doy detalles porque aburriría al personal, pero lo que comentas es exactamente lo mejor del templo: las maravillosas vistas y el plácido paseo desde allí hasta los confines de Gion contemplando desde abajo La estructura de madera que sostiene el artefacto: espectacular. Además «por suerte» estaban rehabilitando uno de los edificios con lo que alguien lo suficientemente audaz como para pasar la valla y asomarse al interior de la obra podría maravillarse con el trabajo de madera que allí se desplegaba… pero no voy a contarlo todo aquí, hay que dejar algo guardado.
      De todas formas por alguna razón soy incapaz de abstraerme de la muchedumbre. Cuando lo invaden todo algo empieza a funcionar mal dentro de mi, me irrita y me hace querer irme. Quizás la excepción es el Pantheon, que allí todo me da igual, pero esa sería otra historia…
      Por eso en el ShoreIn donde no había nadie, donde se podía pisotear el tatami y prácticamente se podía hacer un ejercicio de introspección total mirando en silencio el jardincito me encandiló más que la multitud de chinos chillones de otros lares más nombrados.
      Hablaremos sobre ello…

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